¿Te duele el pecho? Aprende a diferenciar entre infarto o ansiedad

Publicado 10 octubre, 2018 por Raquel Fouz
dolor en el pecho
PUBLICIDAD

Una de las manifestaciones fisiológicas de la ansiedad es el dolor en el pecho. También se puede sentir taquicardia, sudoración, temblores, falta de aire, sensación de mareo, náuseas, vómitos, hormigueo, etc. Todos estos síntomas son muy parecidos a los que se sienten cuando se padece un infarto, por eso el dolor en el pecho debido a la ansiedad suele causar tanta alarma.

El problema es que este miedo a sufrir un infarto exacerba la ansiedad que se sentía antes, y con ello, empeora el episodio. Conocer los síntomas y cómo aliviarlos es fundamental para que la ansiedad no vaya a más.

También te puede interesar:

Síntomas de la ansiedad

Como se ha dicho antes, la ansiedad tiene una serie de síntomas que pueden ser fisiológicos o psicológicos. La forma de aliviarlos varía en función de cada uno.

Según Clínica de Ansiedad, estos síntomas son:

Síntomas fisiológicos
Síntomas psicológicos
  • Taquicardia
  • Palpitaciones
  • Dolor en el pecho.
  • Hiperventilación o falta de aire.
  • Temblores
  • Sudoración
  • Cefalea tensional
  • Alteraciones digestivas (náuseas, vómitos, «nudo» en el estómago, diarreas, heces blandas, dolor abdominal, cólicos intestinales…)
  • Hormigueo
  • Zumbido de oídos.
  • Mareos, sensación de desmayo o inestabilidad.
  • Contracturas musculares, entumecimiento, espasmos musculares y calambres, tensión y rigidez muscular…
  • Cambios en la temperatura corporal (sudor frío, ruboración…)
  • Nerviosismo
  • Inquietud
  • Agobio
  • Sensación de amenaza o peligro
  • Ganar de huir-atacar
  • Inseguridad
  • Sensación de vacío
  • Sensación de extrañeza o despersonalización
  • Miedo a perder el control o volverse loco
  • Incertidumbre
  • Sospechas
  • Recelos
  • Dificultad para tomar decisiones

Si la activación neurofisiológica se prolonga en el tiempo pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.

Todos estos síntomas surgen como respuesta a un estímulo estresor que provoca una respuesta de lucha-huida. Cuando percibimos un peligro inminente, se activa el sistema nervioso autónomo simpático (el encargado de preparar nuestro cuerpo para la acción) y se segrega adrenalina. Vamos a explicar esto más detenidamente.

Respuesta lucha-huida

El Sistema Nervioso Autónomo (SNA) se activa cuando se tienen que dar respuestas rápidas, automáticas e involuntarias, como las de lucha o huida.

El SNA simpático se encarga de prepararnos para la acción, como aumentar el ritmo cardíaco para bombear más sangre a los músculos, abre los bronquios para que pueda entrar más oxígeno, dilata las pupilas, etc. El parasimpático se encarga de realizar la digestión, controla los esfínteres, favorece la excitación sexual, etc. Y cuando uno está activo, el otro deja de «funcionar». Por lo que cuando se da una situación de estrés y el SNA simpático se activa, el parasimpático se «desactiva».

Así se explican todos los síntomas cuando se siente ansiedad, porque el cuerpo se está preparando para huir (si se percibe que se tienen recursos para afrontar la situación de estrés) o huir (si no se tienen recursos).

Gracias a la actuación del SNA simpático, el cuerpo se está preparando para dar una respuesta rápida y momentánea. Estos síntomas son muy adaptativos cuando hay un peligro que nos amenace. Sin embargo, cuando se prolonga la situación de estrés, se prolongan los síntomas y éstos provocan serios problemas de salud. Por ello es importante saber controlar la ansiedad.

Diferencias entre el dolor en el pecho por un infarto y debido a la ansiedad

dolor en el pecho

Cuando sientes ansiedad puedes experimentar dolor en el pecho como punzadas en el tórax o una opresión que te impide respirar. Y aunque el dolor en el pecho es también uno de los síntomas típicos de las anginas e infartos de miocardio, tienen algunas características que los diferencian:
Ansiedad  Infarto
¿Cuándo aparece el dolor? En reposo En actividad
¿En qué zona aparece el dolor? En la zona torácica Desde el pecho hasta otras partes del cuerpo
¿Cómo suele desarrollarse? Suele aparecer repentinamente y desaparecer igual de rápido Comienza lentamente y aumenta su intensidad gradualmente
¿Cómo suele evolucionar? Se alivia rápidamente cuando logramos relajarnos Suele persistir a lo largo del tiempo y empeora con el esfuerzo físico

De todas formas, este artículo no sirve de diagnóstico y lo mejor es acudir a un profesional de la salud que pueda diagnosticar una posible patología cardíaca, si se da el caso.

No obstante, según Rincón de la Psicología, los ataques de pánico y la ansiedad fóbica están vinculados con un mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular mortal.

¿Qué causa el dolor en el pecho por ansiedad?

Como se dijo antes, la serie de síntomas que produce la ansiedad son un reflejo ante una situación de amenaza. El SNA simpático se activa y el parasimpático se desactiva, lo que hace que los músculos se tensen y se respire con mayor intensidad. Entonces, el dolor en el pecho sería producido por la tensión muscular del tórax y por la hiperventilación que demanda un elevado nivel de movimiento de la musculatura torácica.

Recordemos que otra de las acciones que se producía cuando «dejaba de funcionar» el SNA parasimpático era el corte en la digestión (por eso se pueden sentir náuseas y vómitos). Por lo tanto, la acumulación de gases en el estómago por interrumpir la digestión pueden hacer que éstos suban hasta el pecho y causen dolor.

Cómo aliviar el dolor en el pecho por ansiedad

En este caso, es mejor prevenir que curar. Quiere decir que no se puede tratar el problema cuando ocurre, sino antes de que surja. Para esto existen unas técnicas de relajación para reducir la activación que se siente con la ansiedad.

Para empezar, hay que detectar cuáles son los factores que están causando la ansiedad, tanto internos como externos. Es necesario analizar qué estímulos desencadenan la respuesta de estrés, qué pensamientos están presentes y qué conductas están manteniendo esa reacción. Es el esquema del triple sistema de respuesta propuesto por Lang.

Dentro de la terapia cognitivo-conductual (TCC), cualquier proceso emocional está mediado por los pensamientos y la conducta previa. Los pensamientos están influidos por lo que sintamos y lo que hagamos actualmente. Y la conducta es el resultado de nuestros sentimientos y pensamientos.

Son tres dimensiones que están interconectadas y se influyen mutuamente. Por lo que para poder determinar cuál es la causa de la ansiedad hay que evaluar bien estas tres dimensiones.

Esta labor es más tediosa y compleja, por lo que se recomienda la acción de un profesional si el problema lo exige. No obstante, conviene tener estos tres sistemas de respuesta en cuenta a la hora de interpretar nuestra conducta.

Aquí se aportarán unos consejos en función de cuál sea la causa más sobresaliente.

Ejercicios de respiración diafragmática

La respiración diafragmática consiste en realizar una respiración profunda empujando el aire hasta el fondo, llenando los pulmones por completo, haciendo que se contraiga el diafragma.

Normalmente, la gente realiza una respiración superficial. Cuando practicas este tipo de respiración aportas mucho más oxígeno al cuerpo, lo que hace que sientas una sensación de tranquilidad y relajación (si se realiza en exceso puede provocar mareos).

Para empezar con estos ejercicios, es mejor hacerlo tumbado boca arriba, en un ambiente de calma. Se puede bajar la intensidad de la luz y poner música relajante si se necesita al principio, pero luego deberá irse retirando. Durante unos minutos se va cogiendo el aire por la nariz haciendo que se eleve el vientre. Después de introducir el aire, mantenerlo unos segundos y expulsarlo por la boca lentamente.

Se debe practicar todos los días, unos 5-10 minutos. Con el tiempo se pueden ir alterando las condiciones en que se hacen los ejercicios de respiración para que se parezcan más a las situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, en vez de realizarlos tumbados se hacen sentados o de pie, con luz de día, con ruidos, etc. Con la práctica se podrán observar mejores resultados. En el momento de sentir ansiedad se deben realizar la respiración diafragmática y controlar la activación.

Hay que tener en cuenta estos ejercicios como un consejo general, no como un tratamiento específico.

Ejercicios para reducir la tensión muscular

Otra forma de reducir la ansiedad es la relajación progresiva de Jacobson. Estos ejercicios consisten en mantener la tensión en un músculo concreto durante unos segundos, después relajar el músculo y sentir la diferencia entre tensión-relajación. Para obtener resultados con estos ejercicios se necesita practicarlos previamente.

Este método tiene tres fases.

  1. Tensión-relajación: Consiste en mantener en tensión los diferentes músculos del cuerpo y después relajarlos para que la persona aprenda la diferencia entre tensión y relajación.
  2. Revisión mental: Para esta fase se debe haber controlado muy bien la primera, por lo que ahora se puede detectar si un músculo está relajado o en tensión sólo con pensar en él.
  3. Relajación mental: La última fase consiste en saber relajar los músculos mentalmente. Una vez se detecta un músculo en tensión, la persona recuerda cómo se sentía cuando estaba relajado y éste automáticamente se irá calmando poco a poco. Por eso las emociones, las conductas y los pensamientos estan interconectados.

Yoga-pilates

Aliviar el dolor en el pecho: Yoga

La realización de yoga, pilates, u otro ejercicio físico también aporta a largo plazo un estado de relajación. Sin embargo, los resultados suelen verse mucho más tarde que si se realizan los anteriores de respiración o reducción de tensión muscular.

Técnicas cognitivas

Estos ejercios sirven para reducir la ansiedad si la causa es cognitiva.

Mindfulness

El mindfulness o atención plena es una forma de meditación que consiste en la atención consciente del momento presente, percibiéndolo con aceptación y sin juzgarlo.

El problema de sentir ansiedad es que nuestro cerebro interpreta la situación como amenazante cuando a veces no lo es. Cuando se practica la meditación se consigue percibir la situación tal y como es, sin juzgarla, y por consiguiente, sin sentir ansiedad u otras emociones que son provocadas por nuestra interpretación errónea de las circunstancias.

Control de pensamientos negativos

Aunque este ejercicio sea de los más dificiles (pues supone el eje principal en toda terapia), sólo se van a dar unas pinceladas que puedan orientar al lector que quiere aliviar sus síntomas ansiógenos.

La Terapia Racional Emotiva-Conductual (TREC) de A. Ellis se basa en la frase del filosofo griego Epíteto: “Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos«. Aquí se pone en relieve la parte cognitiva en el proceso emocional.

Según Ellis, hay una serie de Ideas irracionales que son la base de lo pensamos y sentimos sobre nosotros mismos, los que nos rodean y sobre el mundo entero.

Otro autor que trabajó mucho en el tratamiento de la ansiedad y depresión fue A. Beck. Este psiquiatra expuso una teoría parecida a la de Ellis en la que mencionaba unas distorsiones cognitivas que forman unos esquemas negativos en el pensamiento y hacen que percibas el mundo de forma «distorsionada» (lo que provoca ansiedad o depresión).

Algunas de estas distorsiones son el pensamiento de todo o nada, la generalización, la catastrofización, etc. Conocer estas distorsiones y saber cómo transformarlas en un pensamiento más positivo puede ayudarte a disminuir la ansiedad a largo plazo.

Visualización

Otra técnica más sencilla pero que también requiere práctica es visualizar un lugar que te calme y desconectar de la situación ansiógena. Sin embargo, no es muy recomendada pues lo que se está haciendo es «escapar» de la situación de estrés sin convatir la causa, y esto a largo plazo puede hacer que empeore.

PUBLICIDAD
Otros artículos de esta categoría...